La nueva formación profesional no termina de llegar
La Formación Profesional en nuestro país está en pleno proceso de cambio. Un cambio a mejor, sin duda.
Desde el Ministerio de Trabajo se ha apostado por aumentar su calidad con los Certificados de Profesionalidad y por acercarla al mercado laboral, de una forma más directa, a través de los nuevos Contratos de Formación y Aprendizaje.
Para ello, se han publicado sendos Reales Decretos que regulan la modalidad online en estos Certificados y la posibilidad de impartir estas titulaciones oficiales en el sector privado.
Pues bien, estas buenas noticias quedan en nada si trascurridos más de siete meses desde la publicación de esta normativa, a día de hoy prácticamente no ha empezado su aplicación práctica.
Esta situación, que por desgracia no es exclusiva del sector de la formación, se debe fundamentalmente a una doble barrera:
– No existe voluntad política en la necesaria coordinación entre Administración central, que legisla, y Administración Autonómica, que aplica la ley aprobada en Madrid.
– Por otro lado, las Administraciones competentes no disponen de los medios técnicos y humanos necesarios para la puesta en práctica de este nuevo marco legal. Una vez que la Administración ha superado su reticencia inicial por la modalidad online en el ámbito de la formación, debe disponer de personal técnico con la suficiente “competencia tecnológica” que garantice la correcta aplicación de la norma.
Además, toda titulación oficial (Certificados de Profesionalidad) implica una mayor fiscalización y esta mayor fiscalización se traduce en la necesidad de mayores recursos.
Mientras nuestro sector se desangra ante la caída generalizada en el consumo privado, el “maná” de la nueva formación profesional se toca con los dedos pero no se llega a alcanzar.
Como estamos comprobando, la publicación de un Real Decreto no es suficiente….. y corremos el riesgo de encontrarnos con pocas empresas de formación que sobrevivan a esta demora en la aplicación real de la nueva formación profesional que, sin duda, es el futuro inmediato aunque desgraciadamente no es todavía el presente.
Por Alfonso Ochoa | Fundación Vértice