¿El emprendedor nace o se hace?
¿Cuántas veces escuchamos al día la palabra emprendedor?
La lacra de la crisis y la reciente aprobación de la Ley de emprendedores, han supuesto un sólido refuerzo para ayudar a crear nuevos negocios y hacer florecer una figura que parecía olvidada.
Pero, ¿es emprender tan fácil como nos quieren hacer creer? No solo hace falta una buena idea para que un proyecto este marcado por el éxito. Emprender es sinónimo de asumir riesgos, perder el miedo y aprender a reducirlos. Y es precisamente en este punto en el que la formación juega un papel clave.
Una buena formación en materia emprendedora sirve de base para saber cómo actuar ante determinadas circunstancias, permite conocer cómo es el entorno en el que se van a desarrollar las ideas. En definitiva, la formación permite al emprendedor crecer profesionalmente y aplicar nuevas competencias a su empresa.
La mayoría de los emprendedores coinciden en la necesidad de recibir una visión más amplia y cercana a la realidad empresarial, más allá de la base teórica. En este sentido, apostar por un máster para emprendedores o programas de desarrollo permitirá al emprendedor adquirir los conocimientos prácticos necesarios para llevar a cabo un proyecto empresarial de éxito.
Y la pregunta que muchos os haréis es: ¿Qué aporta un máster para emprendedores?
Sin duda alguna, una de las principales ventajas a destacar es el contacto con otros emprendedores de los cuales aprender, compartir experiencias y hacer networking. Estos programas ofrecen además un importante componente práctico, con casos reales a los que debes enfrentarte en tu día a día, así como nuevos modelos de negocios y técnicas, beneficiosos para el desarrollo de tu empresa.
¿Necesita un emprendedor realizar algún curso concreto para poder desarrollar su faceta emprendedora? Probablemente la respuesta sea no. Una titulación no garantiza que una persona pueda emprender mejor que otra pero sí reduce las probabilidades de fracaso al ofrecer las herramientas y contactos útiles que le servirán de guía en un camino lleno de obstáculos.
Por desgracia no hay una formación “milagrosa” que nos asegure el éxito empresarial, pero tampoco se puede emprender el viaje al ámbito empresarial sin preparación, por lo menos no si no se quiere fracasar en el intento.
Hace falta mucho más que motivación y coraje para montar una empresa. La cuestión es qué preparación y formación necesitas. Para ser empresario se necesitan actitudes, recursos pero también conocimientos y aptitudes. De nada sirve una buena idea si no sabemos sacar lo mejor de ella. Todas las ideas, incluso las sagradas, deben adaptarse a las nuevas realidades.
Por Anna Jiménez | Fundación Vértice